domingo, 9 de agosto de 2009

Alfonso Calderón en la memoria



por Ángel Pizarro


Hace dos meses, el 04 de junio, estuvo Alfonso Calderon Squadritto dialogando con nosotros en la SECh, sobre su libro "Ventura y desventura de Eduardo Molina" y sobre este personaje de la historia literaria de Chile, que no escribió o no publicó ningún libro. La obra, una biografía a dos voces, se sostiene de principio a fin sobre las reflexiones y comentarios de Eduardo recogidas y/o redactadas por Alfonso Calderón. Sus voces se confunden, a ratos, con un lenguaje lírico que sumerge al lector en la ensoñación que cultivó este protagonista durante cincuenta años. En el trasfondo histórico se perfilan las figuras de destacados escritores y artistas que vivieron y sufrieron entre l935 y l986. Alfonso lo trata con simpatía. Verlo tan entero en esa ocasión y escucharlo exponer con tanta lucidez y gracia impedía la intromisión de cualquier presentimiento negativo.

Alfonso se fue de regreso a casa. Nos aprontábamos para tenerlo con más frecuencia entre nosotros. Había sido un visitante asiduo de la Casa del Escritor. Reconocíamos su calidez humana, su perseverancia, su memoria insondable, tanto en lo que concierne a los contenidos de las materias de su profesión como en las vivencias e imágenes de la vida cotidiana. Alfonso conservaba nombres, rostros y detalles inverosímiles de su "residencia" entre nosotros, de nuestros encuentros, de discusiones, de los primeros libros que nosotros, los emergentes de esa época, con la audacia de la inexperiencia, nos aprestábamos a publicar en los tiempos en que esto constituía una hazaña.

De su inspiración, respaldada por su memoria prodigiosa y disciplina, surgieron los dieciocho libros de poesía, los ochos tomos de su Diario, antologías propias y ajenas, una novela, libros de viaje, un libro de semblanzas de los escritores con los que se relacionó, la amable pintura de Eduardo Molina Ventura, sus clases en la Universidad antes del Golpe Militar, su exoneración, su resistencia pacífica en Chile, su magisterio en la Universidad Diego Portales, lugar donde se honran sus restos mortales en este momento, su trabajo de investigación en la Biblioteca Nacional, sus ensayos, los prólogos que dedicó, los reconocimientos obtenidos, como el Premio Nacional de Literatura en l998, Miembro de Número de la Academia de la Lengua, desde l980 y Miembro Correspondiente de la Real Academia Española, todo habla de un escritor y de un ciudadano altamente calificado profesional y cívicamente al que despedimos hoy acongojados, aunque prevalece en nuestra memoria su personalidad llena de sencillez y humanidad.
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