jueves, 17 de marzo de 2011

Poesía: Eduardo Embry

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Para mis amigos
Fernando Villarraga y Teresa Cabañas 






Lección del bachiller Serpa sobre las arañas

Porque me siento feliz de tanta maravilla,
pondré a la letra jota el nombre de Susana,
le daré para fumar
un buen vaso de vino de la Rioja,
y hablando de las arañas que andan por el aire,
la mayoría hace sus redes
donde caen como moscas
los insectos voladores,
moscas son los forajidos,
asaltantes de banco y cogoteros;
con el pelo corto que cubre sus patas
las hace muy sensibles al tacto,
sienten fácilmente cuando
se aproximan sus presas;
las arañas de patas verdes
se arrastran por el suelo de los bosque,
se esconden entre las flores,
escupen con veneno la cara de las moscas,
yo me siento feliz de ver tanta maravilla;
ahora pondré a la letra jota
el nombre de Susana,
le daré para fumar
un buen vaso de vino de la Rioja;
noticias que me llegan de Nueva York
señalan que el hombre araña,
tratando de saltar
de un edificio a otro edificio,
se ha sacado la cresta.


Opaco

Me has recordado el gallo
celoso que era yo,
me has traído a la memoria
al tonto débil
que nunca supo decir
“no se puede”, porque conmigo
siempre era posible
hallar una puerta abierta,
una lucecita
en medio de la oscuridad,
porque allá iba yo diciéndome
“esta lucecita es para ti”,
todo estaba dirigido a esa dulce
y pequeña letra con tilde arriba,
para ti, por ti, en ti; pero
como yo era un tonto débil,
nunca escuché bien
lo que me decías:
“hombre, toma las cosas con calma”.


De cómo pude poner un grito en el cielo
Para Isaías Peña Gutiérrez

Al comienzo de todo, después
de vomitar todos mis santos,
me hice partidario de la doctrina aristotélica,
que obliga a sus seguidores
a pensar del siguiente modo,
“si toco un vaso con mi dedo,
este vaso será un contendor
o de agua o de leche, o puede
que esté completamente vacío,
pero su esencia no se borra”.

así, me iba por los caminos,
predicando mi arrogancia,
“no hay separación del cuerpo
y del alma”, el caballo y el jinete
son la misma cosa, decía yo a la gente,
todo lo demás son puras pamplinas,
más de un tomate y huevo
me cayeron en la cabeza
al preguntar a la audiencia
las típicas preguntas
del circo romano: “¿qué fue primero,
el huevo o la gallina?”,
hasta que vino Galileo
y puso en orden las estrellas,
vio montañas en la luna,
y lo que es más fino de todo,
gracias a la invención del telescopio
yo mismo pude poner
un grito en el cielo.


Toda ciudad 

Toda ciudad está llena
de otras ciudades,
sus mercados se unen y confunden
con los mercados
de otras ciudades remotas,

casi todas las ciudades unidas
se iluminan a una misma hora,
prueba de esta gran ilusión
son las naves que se desplazan
por la orilla del Atlántico,
llevan columnas y capiteles
de otros tiempos de luces
recientemente descubiertos,

ciudades que antaño eran
imanes colosales;

en estas ciudades nacieron
pintores, poetas, sencillos albañiles;
pero yo he elegido una ciudad
secreta donde he de nacer,
no está en el centro o de París
o en el Piccadilly de Londres;
su cuerpo milagroso
se extiende por la noche
que atravieso a través de un túnel,
bajo tierra, bajo mar, de un solo
viaje, todo directo y sin que tú lo quieras,
atravieso montañas
suavemente nevadas,
ya estoy en Santiago de Chile,
te llamo por teléfono,
te despierto asustada.


¿Quién fue primero?

¿Qué fue primero,
el espejo o la figura humana?
¿la piedra o el río?
¿el pobre o el rico?
¿el pez o el agua?
¿el gallo o el gallinero?
¿el temblor que hay en mi cuerpo
o la belleza de mi amada?

¿quién fue primero,
los imaginistas ingleses o Vicente Huidobro?

he llamado a los sabios
para que me lean estos enigmas

¿cuán lejos y cuán cerca
se ve la luna?
en noches quietas como estas,
las divinidades del cielo
no se ven, parecen muy ocupadas,

en una nave espacial
subiré a las galaxias,
si encuentro a Dios en alguna estrella
lo traeré, lo traeré a esta tierra

conteste, señor, que ya se ha pasado la hora:
¿qué fue primero,
el espejo o la figura humana?


Donde el bachiller Serpa imita al gran Quevedo

En algún otro planeta
las cosas deben andar muy mal
para que yo aquí, montado en bicicleta
por la orilla del río, ande yo contento;

en algún otro planeta
la tensión de la atmósfera
debe ser tan alta, a punto
de explotar en mil pedazos,
para que yo aquí, pensando bien,
que todavía el mundo no se acaba;

en algún otro planeta
las canchas de fútbol, deben estar llenas
de bolsas, envases plásticos,
cauchos y automóviles,
chatarras por todas partes,
y yo, ni frío ni caliente, si
un hombre o una mujer, a las seis
de la mañana, que aún no amanece,
recoge dos botellas vacías
y pone otras dos llenas de leche;

quizá esté bien, quizá esté mal,
sentado en un sofá, comiendo aceitunas,
de un continente a otro,
todas estas cosas se ven por televisión.


Un hombre cogió una luz

 Un hombre cogió una luz,
se la puso en la cabeza,
y eso fue para siempre,
con esa luz capta, aprende
y explora las cosas
que a veces no se ven,
porque el mismo
aunque es de carne y hueso,
también está hecho
de aquella luz
que un día cogió
y se la puso en la cabeza,
con esa luz ahora capta, eso
fue para siempre,
ahora el hombre aprende
y explora las cosas ocultas
que hay debajo
de la mesa,
y cuando la casa queda sola,
la casa cruje, como si alguien
estuviera vivo en los rincones. 


He soñado con aquel tiempo

Hoy he soñado con aquel tiempo
en que los titanes soñaban
con reinar en todo el universo,
y soñaban que las ciudades
unas a otras, casi todas se amaban,
que los cortes eléctricos,
que tanto molestan a los moradores,
no son accidentales, son
señales del amor
que una ciudad envía a otra ciudad,
diciendo así: “mira, cuánto te echo de menos
y como no puedo moverme
es imposible visitarte, para otra vez será”
y todos los enredos y embustes
se resuelven con grandes tempestades
que una ciudad envía a otra ciudad,
en la mayoría de los casos,
una ciudad con otra, secretamente, se aman,
cuando quedan a oscuras,
retornan alegres sus luces;
las autoridades del gobierno central
no se dan cuentan,
Valparaíso ama con locura
a Viña del Mar,
y Viña del  Mar no piensa en otras cosa que no sea 
en Quilpué, El Belloto, o Villa Alemana,
si estas ciudades pudieran moverse
Dios mío, cómo se abrazarían, una a otra!

Más del Poeta:
La Cita Trunca: Poesía de Eduardo Embry
Ximena Troncoso . Acerca de
“Manuscritos que con el agua se borran” de Eduardo Embry
Monte Ávila Ediciones. Colección Altazor, Venezuela, 2009.

* La fotografía del poeta fue tomada en la casa natal del poeta gales D. Thomas, 5 de Cwmdonkin Drive (Swansea)
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1 comentario:

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