viernes, 5 de abril de 2013

Galvarino Santibáñez. Chile / Suecia

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LENGUAS
 
Aprender una lengua acuosa
 
Pasan los años
y esa lengua es un cubito de hielo
que desaparece en el habla líquida
de la lengua madre
 
Nos quedamos con esa sed
de dirigirle a alguien la palabra
 
A ése que no salió nunca
de su congelador
 
 
18
Mente en blanco,
estado meteorológico de invierno
cuando me siento a mis anchas
entre estas vampiresas leves,
deslizándose por la cama,
metiéndose entre mi plumaje caliente,
despellejándome el cuero,
sin tiempo para más cosas reales
que no sea este lecho
leproso y blanco
meado de nieve.
 
 
19
La muerte que visita los asilos
tiene los ojos vendados
como la prima feroz de la infancia
que jugaba con nosotros
a la gallinita ciega.
 
 
20
La muerte me encontró
olor a viejo
Me retiró sus pechos
Se me bajó enseguida
Me abandonó a esta cama oxidada
a estas frazadas con mierda.
 
 
21
Soy el invitado de mí mismo
Soy la propia mesa en que me siento
Soy la botella en que me reflejo
Soy el siervo que me sirve
Soy el derramador y el derramado
Soy el que atiende El que paga
Y el que se va
Soy el que pregunto y el que contesto
El mismo cuestionario deshelado
del silencio
Soy el mantel blanco y el mantel negro
omnisciente de la soledad

 

Galvarino Santibáñez. Mejillones, 1959. Desde el año 1988 vive en Suecia, Estocolmo. Es autor de “Sol del laberinto” (1980); “Caballero solo” (1992); “Líneas de fuga” (2011) donde aparece una gran parte de su producción inédita.  


La poesía de Santibáñez es de cierto tono festivo, incluso, a nuestro entender, en los temas serios, donde una ironía muy peculiar destaca. Utiliza un lenguaje directo y no escabulle temas a tratar, se percibe que se siente cómodo en lo cotidiano y en la relación que establece con escritores que lo han marcado, o motivado de alguna manera. Dicen en unos versos: “He tratado de verme la suerte en El Libro de las/ Preguntas de Pablo Neruda –El I Ching me parece muy/ rebuscado; y, además, a mi edad yo no estoy para/ más alegorías”. Alejandro Lavquen.
 

Galvarino Santibáñez, Líneas de fuga, Estocolmo, 2011. Por Sergio Infante
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